sábado, 15 de noviembre de 2008

Soplando el carbón 1

Mi escrito anterior lo terminé preguntándoles si estaban dispuestos a hacer algo por nuestro paisito, si realmente estaban dispuestos. Espero sinceramente –tal como dije en ese mismo escrito- que la respuesta sea un rotundo si, un franco si, aunque en este momento nos preguntemos que es eso que debemos hacer.

Más adelante voy a hacer un par de ejercicios estadísticos que van a probar la imposibilidad del triunfo del FSLN en estas elecciones municipales y la posibilidad que tendríamos aquellos amantes de la verdad, la libertad y la justicia, de triunfar en cualquier tipo de oposición que estuviéramos dispuestos a hacerle a este aprendiz de dictador que pretende someternos a su torcida voluntad. Eso va a ser más adelante, por ahora quisiera agarrar un fósforo y tratar de encender esa llama interna que todos los nicas llevamos dentro, esa que nos impulsa a buscar la libertad a pesar de todo, esa que todos sabemos que está allí, pero que al fin de cuentas nos cuenta prender, o, lo que es peor, que se enciende fácil, arde más que el infierno –una expresión algo exagerada pero no supe como más decirlo-, y se apaga rápido, rápido y sin dejar huellas, una tormenta de arena, una llamarada de tuza, como decimos aquí.

A todos aquellos que viven apáticos a lo acontece en el país, a los que se arrechan por minutos y, cuando el polvo se asienta, terminan resignándose y aceptando que decidan por ellos, les recomiendo una película: “V for Vendetta”, o “V de Venganza”, o “V de Vendetta”. No importa como la llamen, es la misma película, es lo mismo lo que vale la pena retomar de ella. A ver, hay dos momentos (o talvez más pero esos son los que recuerdo ahorita) en los cuales el personaje principal de la película –llamado simplemente V- hace comentarios tan acertados y tan válidos para nuestra realidad que se me ponen los pelos de punta.

“Buenas noches, Londres. Déjenme primero pedirles disculpas. Yo también, como muchos de ustedes, disfruto del la comodidad del la rutina diaria, la seguridad de lo conocido, la tranquilidad de la repetición. Los disfruto como cualquiera…

Hay, por supuesto, algunos que no quieren que hablemos. Incluso ahora, órdenes están siendo gritadas por teléfono y hombres con armas pronto estarán en camino. ¿Por qué? Por que mientras el garrote puede ser usado en lugar del diálogo, las palabras siempre retendrán su poder. Las palabras ofrecen un medio para el sentido y, para aquellos que escuchan, la manifestación de la verdad. Y la verdad es que hay algo terriblemente torcido en este país, ¿o no? Crueldad, injusticia, intolerancia y opresión. Y donde una vez hubo libertad para objetar, para pensar, para hablar como se consideraba justo, ahora hay sensores y vigilancia coerciendo su comodidad y pidiendo que se rinda. ¿Como pasó? ¿Quién es el culpable? Ciertamente hay algunos más responsables que otros, y ellos rendirán cuentas. Pero nuevamente, a decir verdad, si busca al culpable sólo necesita ver al espejo. Sé porqué lo hizo. Sé que tenía miedo…

Pero al final, el verdadero genio del plan, era el miedo. El miedo se transformó en el arma suprema de este gobierno... El miedo le ganó… El pueblo no debería tenerle miedo a su gobierno, el gobierno debería tenerle miedo a su pueblo…

Su esperanza era demostrar al mundo que la imparcialidad, la justicia y la libertad son más que palabras. Son perspectivas.”

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